miércoles, 23 de septiembre de 2009

“¿Es acaso un criminal el carnicero que trocea una res en el matadero?”

En esta construcción relaciono las fotos de Abu Ghraib con la obra de Carlos Alonso, una serie de dibujos y tintas sobre “El matadero”, de Esteban Echeverría, texto literario a manera de cuento, en el cual el escritor expresa su repudio a Juan Manuel de Rosas y sus acciones de gobierno. En la obra de Alonso, los gauchos de la Mazorca y el propio Rosas son los protagonistas. El rojo punzó de los federales se entremezcla con la sangre de las reses del matadero, en una incesante metáfora de violencia en la Argentina, en el pasado y en el presente “donde la anatomía humana y la anatomía de la vaca y la sangre de la vaca y del hombre están representadas en un mismo nivel”. Este concepto que trabaja Alonso planteando al ser humano como menos que humano es el que pretendo reflejar también en mi trabajo, en el cual abordo el tema del fascismo, pero haciendo hincapié en una de sus características, la deshumanización y bestialización sistemática de las víctimas, o sea el racismo, ideología de la cual se valió el fascismo alemán para sentar las bases de su doctrina.
En “El Matadero” “no pueden ser más horribles las cosas. La sangre corre y se mezcla con el barro. Los perros se quedan con los bofes y se los disputan a tarascones. La brutalidad de los faenadores se despliega generosa.”
La mayor denuncia de Alonso es que aquello de lo que siempre será capaz el hombre, porque ya lo hizo antes, mucho antes. Y ahora. Y podrá mañana, otra vez hacer del “matadero” su centro de operaciones. De lo que se deduce que la obra de uno de los más grandes artistas del país, se inscribe no solo en los acontecimientos sangrientos de la historia argentina, sino de la memoria del mundo, denunciando las atrocidades que el ser humano es capaz de cometer.
Estas atrocidades, de las cuales somos capaces los seres humanos, muchas veces se realizan con la excusa de defender un país, una ideología, una forma de gobierno. Como plantea Susan Sontag al respecto de someterse a una muestra fotográfica sobre victimas linchadas en pueblos de los Estados Unidos entre 1890 y 1930; “la penosa experiencia debería ayudarnos a entender que aquellas atrocidades no eran las acciones de “bárbaros”sino el reflejo de un conjunto de creencias, el racismo, las cuales al definir a un pueblo como menos humano que otro, legitima la tortura y el asesinato”. Este trabajo pretende reflejar, esta concepción que a veces tienen los seres humanos, de que algunos son menos que otros, y como a partir de esto los que son “más” creen tener el derecho de someter a los que son menos humanos. Según el filósofo José Pablo Feinmann, refiriéndose al tema de someter al que es menos plantea que “Apartarlo de la condición humana es fundamental. (...) Hay una frase de Camps que es perfecta: “Nosotros no matamos personas, matamos subversivos”. Es una frase impecable, de un pensador del terror. Entonces esto siempre funcionó así: “Nosotros no matamos personas, nosotros matamos judíos”, decía Hitler. Y así desde cualquier régimen que instale un absoluto como valor político...Si yo me monto en ese absoluto, y digo representarlo, me siento con el derecho de matar a otro. Entonces, lo puedo matar por una razón.” “¡Mueran los salvajes unitarios!”, “Federación o muerte”, eran los lemas de Rosas en la lucha entre unitarios y federales. Y en el otro bando, el unitario, el ideólogo de la educación de nuestra patria (Sarmiento) decía: "No ahorren sangre de gaucho que sólo sirve para regar la tierra".en palabras de Feinmann: “Los hombres de la racionalidad y el progreso no fueron dadivosos con los de la barbarie cuando el poder fue de ellos. Respondieron a la barbarie con la barbarie. Los cultos unitarios se transformaron en los liberales del Puerto y de la Aduana, y limpiaron el país de gauchos, esos bárbaros alzados. Entre tan impiadosas opciones se escribió la historia de este país. La sangre llamó a la sangre y cada nueva sangre vino a pedir ser vengada.” Podemos, entonces, ver en ese unitario ultrajado a una víctima de los bárbaros de la “federación rosina” y también a un hombre que desde ahí, destrozado en el barro del matadero, pide ser vengado. Y lo será.
Según Sontang “Para los que están seguros de que lo correcto está de un lado, la opresión y la injusticia del otro, (...), lo que importa precisamente es quién muere y en manos de quién.”. Parece que en realidad la forma de cómo percibimos estos hechos, estas guerras, sus terribles consecuencias, solamente depende del bando en el que estemos, “¿A quién queremos culpar?”.
Es decir, el ser humano es capaz de justificar estos hechos aberrantes, es capaz de explicar porque asesina o porque tortura, esto se puede ver en una entrevista realizada a Lynndie England, una de las chicas que posa en las fotos junto a los torturados de Abu Ghraib, por la BBC en la cual declaraba, que si esas vejaciones servían para que los torturados brinden información, ella avalaba esos medios, England señaló que lo que hizo, por ejemplo en el caso de la fotografía donde sostiene una correa que está atada al cuello de un preso que aparece en el piso desnudo, "comparado con lo que ellos nos harían a nosotros eso es nada"; "Si lo piensas, al mismo tiempo ellos estaban cortando las cabezas de mis compañeros y quemando sus cuerpos, arrastrándolos por las calles de Bagdad, colgándolos de puentes", agregó. Consultada sobre por qué hizo ciertas cosas, England aseguró: "Porque Graner (Su novio que también aparece en algunas fotos) dijo 'si me amas, haz esto', y supongo que en cierto punto no quería decepcionarlo porque me podría dejar y me sentiría sola en esta zona de guerra'.
Pero no hace falta irnos a otro país para ver que existen personas capaces de realizar estos hechos y además justificarlos, lo que plantea England no se aleja demasiado de las justificaciones dadas por los integrantes de la Junta Militar, responsables del golpe de Estado de 1976.
“Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida en que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido”.(párrafo de la Carta abierta de Rodolfo Walsh)

Las razones que se puedan dar para justificar tales hechos, (la tortura en Abu Ghraib o las torturas realizadas por la Junta Militar) en lo personal, creo que serán completamente en vano, ya que como se plantea en el libro de Susan Sontag, (Ante el dolor de los demás) “la violencia siempre es injustificable, que la fuerza está mal siempre y en toda circunstancia”.

Como ya habíamos planteado; estos hechos aberrantes muchas veces encuentran justificaciones en las mentes de líderes políticos, los cuales al considerar que su posición o su ideología es la adecuada entienden que tienen derecho a exterminar a los que no comparten su visión.
Un claro ejemplo de esto es el fascismo de Hitler en Alemania, donde se llegó a plantear la existencia de una raza superior (constituida en primer término por los germánicos) a la cual pertenecía una minoría selecta, biológicamente elitaria y portadora de todas las virtudes, también existía una raza inferior, formada por la mayoría poco valiosa, portadora de toda clase de vicios posibles.
Heinrich Himmler (dirigente de las SS alemanas), explica muy bien esta teoría de la división de razas. “El infrahombre –decía él-, es una obra de la naturaleza completamente idéntica, a primera vista, al hombre; con las manos, una especie de cerebro, los ojos y boca. Pero es algo distinto, es una criatura horrorosa. No es más que una semejanza del hombre que, dotada de facciones humanoides, se halla –en el plano espiritual- mucho más abajo que la bestia. En el alma de esos seres reina un cruel caos de pasiones salvajes y desenfrenadas, el ilimitado afán de destruir, la envidia primitiva y la bajeza más descarnada. En fin, un infahombre. Así que no es igual todo lo que tenga apariencia humana. Pobre de aquel que lo olvide”

Deshumanizar a la victima parece ser una condición importante a la hora de hablar de genocidio, volviendo a nuestra historia reciente, podemos establecer un paralelismo entre los objetivos y características de la dictadura militar y los regímenes fascistas europeos, especialmente con la dictadura nazi, salvando las obvias distancias de contexto y período histórico. “Tanto en el caso del fascismo alemán como de la dictadura militar argentina, regímenes análogos en muchos sentidos, pero especialmente por compartir el mismo objetivo de refundación e ingeniería social basada en la normalización del exterminio como mecanismo de mediación social y de regulación de las relaciones entre sociedad política –el estado- y sociedad civil; pueden rastrearse en su propia historia esos antecedentes que precipitaron a sus respectivos pueblos en un abismo de barbarie, y mediante el genocidio produjeron una fisura irreparable en el concepto del hombre y la humanidad”
“Para asegurar sus objetivos ambos regímenes recurrieron a la deshumanización y bestialización sistemática de las víctimas, esencial para aislarlos del resto de la sociedad, e impedir no sólo la solidaridad de los que podrían ayudarlos a escapar de su suerte o a resistir, sino, lo que es más contundente y eficaz para lograr el exterminio, quitar a su eliminación el carácter de muerte, de tal modo que el genocidio se transforma en un asesinato sin culpables, sin responsables, y también sin víctimas, ya que estas deben morir por lo que son, no por lo que han hecho y por eso no merecen seguir con vida, según lo decidido por los nazis y los militares argentinos. La cosificación de las víctimas permite la absolución de los verdugos, anulando la existencia del crimen al ser practicado sobre un no-ser humano.



Estos asuntos son los que pretendo se cuestione el espectador al observar el trabajo. Intentando plasmar en él las atrocidades que el ser humano es capaz de cometer, trato que el espectador reflexione sobre la inhumanidad del torturador, o a caso la parte del humano que este nos muestra; “Cuando el torturador ejerce su infame oficio, no está hundido en la inhumanidad sino exhibiendo una de las facetas de la condición del hombre: los animales no torturan”. O como plantea Sontag “lo que es “bárbaro” para unos es el “sólo estoy haciendo lo que hacen los demás” para otros”.
Las fotografías que seleccione para el trabajo no fueron distorsionadas de ninguna manera, solamente recorté las que me parecieron mas impactantes, porque creo como plantea Sontag que debemos exponernos a éstas por más fuertes que sean. “Debemos permitir que las imágenes atroces nos persigan. Aunque sólo se trate de muestras y no consigan apenas abarcar la mayor parte de la realidad a que se refieren, cumplen no obstante una función esencial. Las imágenes dicen: Esto es lo que los seres humanos se atreven a hacer, y quizá se ofrezcan a hacer, con entusiasmo, convencidos de que están en lo justo. No lo olvides.”

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